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domingo, 25 de diciembre de 2011

El Cristo artista, mas allá del Dios o el profeta

Óscar wilde, aquel gran escritor ingles, irreverente y diferente, autor de obras como El retrato de Dorian Gray o La importancia de llamarse Ernesto, a quien Loquillo llamara el primer rocker de la historia, desde su prisión en la cárcel de reading escribía en 1879 una carta llena de sentimiento y dolor a quien fuera su amigo y por quien estaba preso al ser acusado de homosexualidad: de profundis. Carta en la que cuenta sus sufrimientos e inquietudes artísticas, pero también sus cavilaciones filosóficas y sus nuevas ideas, habiéndose convertido al cristianismo  -pero no a la iglesia- sino a lo que él en su genio artístico comprendía del dogma.

Mas allá de su valor artístico innegable, he hallado en esta carta del maestro Wilde una nueva forma de concebir la imagen de Cristo, dejando de lado al Dios, al Mesías o al profeta, para centrarse en su forma de actuar, su pensamiento y actitudes, debe el punto de vista de un artista.

Wilde habla de Cristo como la realización perfecta de la vida poética, es decir, vivir siendo él mismo, sin ataduras y viviendo por la imaginación. Para el autor de El Fantasma de Canterville, vivir como un verdadero artista es la correspondencia entre lo que se és internamente, y la actuación que se tiene externamente, reflejando en el diario actuar el espíritu mismo. Y esto lo encuentra perfectamente realizado en Jesucristo.

Emerson sostiene que no hay nada mas raro en una persona que un acto puramente suyo. Y es verdad, la mayoría de las personas son otras personas, sus pensamientos son las opiniones de otro, sus vidas son remedos y sus pasiones, una cita. por esto, Wilde sostiene que quien quiera parecerse a Cristo, no tiene otra opción que ser enteramente él mismo, como la máxima expresión del individualismo.

Wilde dice que el error de la Iglesia en la historia ha sido querer hacer de Cristo un vulgar filántropo, o verlo como el Supremo Altruista, banalizándolo, cuando en realidad, vivir para los demás como objetivo especifico no fue su credo ni la base del mismo, según Wilde. Para él, cuando Jesús dice "perdonad a vuestros enemigos" no lo dice por el bien de ellos, sino por el bien de la conciencia propia, y porque el amor es mas bello que el odio. Al decir al joven rico que vende sus pertenencias y done el dinero a los pobres, no es en la situación de los pobres en la que está pensando, sino en la situación del alma del joven.

Pero aunque Cristo no dijera "vivid para los demás" señaló que no existe real diferencia entre la vida de los demás y la vida propia, todo se halla conectado a través de la interacción humana. Y de esta forma dotó a la humanidad de una conciencia extendida, pues la historia de un ser humano puede ser la historia de la humanidad. El arte nos ha hecho mentalmente multitudes.

Para Wilde, Cristo es el precursor del movimiento romántico en la vida. Y esto, por su actitud sin imposturas, por haberse atrevido a ser él mismo en un mundo atado por las formalidades y los dogmatismos filisteos. 

Vivir como artista, es aquella vida en que en lo exterior se hace expresivo de lo interior, el alma encarnada, y el cuerpo movido por el espíritu, aquello en que la forma revela.

El maestro ingles sostiene que Cristo fue el precursor del movimiento romántico en la vida, diciendo que halla en él todos los elementos esenciales del tipo romántico, sus accidentes y obstinaciones. Cristo no tenía paciencia para con los sistemas absolutos, mecánicos y maquinales que tratan a las personas como si fuesen cosas, y por tanto iguales todas entre sí. Para el no existían leyes, solo excepciones.

Por eso su guerra contra el filisteísmo, marca de la época en la que vivió.

En sus propias palabras: " por su lerda cerrazón a las ideas, por su respetabilidad obtusa, su ortodoxia tediosa, su adoración al éxito vulgar, su total absorción en el lado materialista y grosero de la vida, y su estimación ridícula de sí mismos y de su importancia; los judíos de los tiempos de Cristo son la réplica exacta de los filisteos británicos de los nuestros. Cristo se burló de los sepulcros blanqueados de la respetabilidad".

Este filisteísmo encarcela las personalidades e impide su desarrollo libre, encarrilandolas en moldes y estereotipos formales, que impiden que cada uno sea efectivamente él mismo.

Por esto sentencia Wilde que "quien quiera parecerse a Cristo, tiene que ser entera y absolutamente él mismo. Este es el sentido de la verdadera Imitatio Cristi, y por esto dice tristemente que " es cierto que hubieron cristianos antes de Cristo, lo lamentable es que no haya habido ninguno desde entonces".
Y es que, de acuerdo con Wilde, la repetición interminable, a hora y a deshora, nos ha quitado la novedad, la frescura y el sencillo encanto de los evangelios. Los hemos oído leer demasiadas veces y demasiado mal, y toda repetición es anti espiritual.

Y aparte de esta vida poética, el valor artístico de la pasión de Cristo es también innegable, aunque a veces se pierda entre la tediosa voz de un curas el bullicio de una misa que nadie escucha. No existe comparación ni en la tragedia griega ni en el romanticismo de Dante, ni en las obras de Shakespeare, a la belleza narrativa del último episodio de la pasión de Cristo:

"La cena con sus compañeros, de los cuales uno ya le había vendido a un precio, el silencio y la angustia en el olivar bajo la luna, el falso que le entrega con un beso, el amigo que aun creía en él y sobre quién apoyaría su iglesias cual roca, que sin embargo le niega al cantar el gallo, su soledad absoluta, y junto a ésto, el sumo sacerdote de lo ortodoxo que se rasga las vestiduras mientras el magistrado de la justicia civil se lava las manos para evitar vanamente mancharse de la sangre de un inocente, la crucifixión en frente de su madre y del discípulo a quien amaba, los soldados que se juegan sus ropas a los dados, y su entierro final en el sepulcro del rico envuelto en lienzo egipcio y especias como si se tratara de un rey, cuando se contempla desde el punto de vista del arte, resalta la combinación de las pasiones humanas con los valores de lo divino en una forma magistral"

Por esto, para Wilde el sitio de Cristo esta con los poetas, pues para él, la imaginación no es sino una forma de amor, y es la imaginación la esencia de la vida artística, vivir com verdaderos poetas y hacer de nuestras vidas la mejor poesía es arriesgarse a romper moldes y a marcar diferencias, es no atarse a los cánones de la normalidad impuesta y atreverse a tener actos propios, ser uno mismo como el máximo placer de la existencia sin encerrarse en filisteismos modernos, descubrirse y ser uno mismo es la mejor forma de seguir el ejemplo del Cristo artista.

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